Jorge Delano el famoso
caricaturista chileno creador de la revista Topaze también fue uno de los
pioneros del cine chileno, en su libro autobiográfico yo soy tú cuentas sus
aventuras y experiencias como director de cine, una anécdota muy interesante es
que llego a conocer al maestro del suspenso Alfred Hitchcock:
“Con Hitchcock, el rey del suspenso en un bote salvavidas
En los doce años que
habían transcurrido desde nuestro primer viaje, encontré muchas caras nuevas en
los estudios cinematográficos. Los recorrí, acompañado por un amable
funcionario del departamento de publicidad, y en cada uno tomé apuntes de los
artistas que me parecían populares los originales de estos dibujos los done a
una institución benéfica relacionada con los hospitales de guerra.
En Twentieth Century,
Alfred Hitchcock estaba dirigiendo “life-boat” (el bote salvavidas). Manifesté
mis deseos de visitarlo; pero me
respondieron que el famoso director había prohibido la entrada de visitantes en
su set. Tanto insistí, que por fin, después del permiso especial otorgado por
un alto jefe, fui introducido en el recinto en que “el rey del suspenso” rodaba
su película. Cuando entramos en el set pude ver un bote que se mantenía como a
dos metros de altura, apoyado en una pilastra de acero como las usadas en los
garages para elevar automóviles.
Dentro del bote iban
siete náufragos, entre los que reconocí a Tallulah Bankhead, William Bendix, y
Ann Baxter, En una gran pantalla transparente colocada al fondo, se proyectaba
un paisaje marítimo. Los artistas estaban maquillados en forma tan apropiada,
que sus rostros, calcinados por dos semanas de sol en alta mar, mostraban los
estragos de la irradiación solar. El cutis, simulado con condición, se les
dependía en forma de virutas.
Hitchcock daba en voz
baja sus últimas instrucciones. Cuando se ordeno “rodar” la escena, la cámara se fue
aproximando al bote con su carga de extenuados náufragos, todo iba saliendo a
la perfección; mas, poco antes de terminar, el funcionario que me acompañaba
piso par accidente un cable eléctrico, produciendo un ruido que malogro la “la
toma”.
Hitchcock miro
severamente hacia donde nos encontramos; y haciéndome a mi responsable del
desaguisado, mando a su asistente con la orden que saliera, mi acompañante muy
azorado se apersono al director. Escuche cuando decía que el había sido el
culpable de la interrupción de la escena y que yo era invitado del Departamento
de Estado y director también de películas en Sudamérica. El caso es que me
permitió permanecer en el set y presenciar nuevamente “el rodaje” de la escena.
Una vez terminada esta, le fui presentado a Hitchcock quien todavía me miro con
cierto rencor.
-¡lamento muy
sinceramente lo ocurrido señor Hitchcock!- le dije, a manera de explicación-;
pero cuando me impuse de que estaba filmando, insistí en visitar su set, pues
regreso de un momento a otro a Chile, y no me conformaba con la idea de no
conocer personalmente al director que mas admiro; por que ha de saber usted que
cuando quiero lograr una buena toma, me
digo: “¿Cómo la habría hecho Hitchcock?”
Desde ese momento las
cosas cambiaron. ¡La muralla de hielo que nos separaba se había derretido!
Después me facilito su
“guión”, y con sorpresa vi que cada escena estaba dibujada por el propio
Hitchcock. Yo procedo siempre de la misma forma; pero en santiago, algunos
colegas se burlaban de este “procedimiento” que ellos consideraban una
“chifladura”.
Todos el mundo sabe que
Hitchcock tiene la costumbre de aparecer una vez en cada una de sus películas,
ya es el peatón confundido entre la multitud de una calle; ora un músico que
baja, junto con otros pasajeros, de un tren, o el cliente de un bar. Esta más
que una costumbre, la creo yo una superstición del talentoso director británico.
Al imponerme de que esta película se proponía mostrar las peripecias sufridas
por siete náufragos sobrevivientes de un torpedamiento, le pregunte como se las
iba a arreglar para introducirse en el bote. Porque de acuerdo con el argumento
sólo podían aparecer siete personajes. Los pequeños ojos de Hitchcock,
incrustados en la bola de carne de su rostro, brillaron con destello de
picardía.
-¿sabe usted lo que
hice?- y mostrándome una hoja de diario maltratada, me la puso frente a los
ojos-se supone-continuo-que uno de los náufragos llevaba este diario en el
bolsillo en el momento del desastre, el
fogonero (bendis) había librado una baraja de naipes para matar el
tiempo, mis personajes juegan una partida de póquer, en el diario sobre el cual
echan las cartas, puede ver la respuesta a la pregunta:
Observe el trozo de periódico,
y vi que en la parte mas visible aparecía el anuncio de un medicamento para adelgazar.
El aviso estaba ilustrado con la fotografía de un individuo muy gordo, en cuyo
pie se leía: “antes de usarlo” al lado, el mismo sujeto pero con varios kilos
menos decía: “después de usarlo”. Eran dos fotografías del propio Hitchcock.
Así el simpático gordo había podido viajar de “pavo” junto con sus actores en
“el bote salvavidas”.
Extraído del libro Yo soy
tu de Jorge Delano quinta edición 1956
Capturas: